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viernes, 30 de enero de 2015

Comentario de un fragmento de Werther


1. Lee el siguiente comentario de texto y encuentra en qué pasajes están: 
  • La introducción.
  • El resumen.
  • El tema.
  • La relación con el resto de la obra.
  • La relación con la época. 
  • El estilo.
  • Conclusiones.

Es algo fatal, Guillermo. Mi actividad se consume en una inquieta indolencia; no puedo estar sin hacer nada y sin embargo nada hay que pueda hacer. Mi imaginación y mi sensibilidad no se conmueven ante la naturaleza y los libros me causan aburrición. Cuando el hombre no se encuentra a sí, no halla nada. Te juro que muchas veces me encantaría ser un jornalero para tener, por lo menos, al despertar, la perspectiva de un día ocupado, un móvil, una ilusión. Envidio a menudo a Alberto, cuando lo veo lleno de papeles hasta los ojos y creo que sería feliz en esa posición. Más de una vez he estado tentado a escribirte y de escribir al mismo tiempo solicitando ese empleo en la embajada que, por lo que me dices, me concederían en el acto. Así lo creo. Hace tiempo que me estima el ministro y antes me ha insistido para que acepte un empleo. Suele preocuparme esto durante una hora; pero cuando lo pienso y recuerdo la fábula del caballo que harto de su libertad, se deja poner la silla y la brida, para estar poco después rendido de cansancio… no sé lo que debo hacer. Por otro lado, querido Guillermo, este deseo de cambiar de estado que me subyuga, ¿no será una oculta e intolerable impaciencia que me seguiría a todo lugar?

     Atrapado en una duda, como Hamlet, Werther sufre: ama a Carlota pero ella
está prometida, lo que lo sume en un callejón sin salida que acabará por desesperarlo.
     En este fragmento, Werther confiesa a Guillermo sentirse insensible ante la naturaleza, el arte y la vida. Se pregunta desde la cuarta línea si no sería mejor encontrar un ocupación que le ofrezca una ilusión, una rutina, para sacarlo de su desesperación; pero más adelante, recordando una fábula sobre un caballo que perdió su libertad, se plantea si su malestar no lo perseguiría igualmente, pues su mal es de raíz.
    Vemos , pues, que el fragmento trata sobre la inmovilidad, el pesimismo y la falta de perspectivas; es decir, acerca del pesimismo y la desesperanza.
    Nuestro protagonista se muestra pesimista como resultado de su fracaso amoroso con Carlota, reflejado como en un espejo en las múltiples historias secundarias que pueblan la obra: la de la viuda, la del loco, víctimas también del sentimiento. Pero Werther sufre además porque se siente atrapado en una sociedad llena de burócratas, de gente falsa y con pocas miras que choca con su sensibilidad. Alberto se describe como una persona meticulosa y sin espíritu; el embajador es orgulloso y quisquilloso y la sociedad que compone la fiesta a la que acude con su amiga la "señorita B" está podrida por la falsedad y el deseo de aparentar. 
   Como sabemos, Goethe conoció bien a la juventud alemana de su tiempo, la cual se sintió rápidamente identificada con el personaje del libro: una juventud apagada, atrapada y sin perspectivas ante un mundo que no le ofrecía oportunidades de desarrollarse. La sociedad  europea en tiempos de Goethe tocaba al fin del Antiguo Régimen y las tensiones aún no se habían resuelto en un estallido liberador. 
   Por otra parte, el "mal du siècle" describe el malestar que resultó del vacío existencial al que condujo la frialdad racionalista de la Ilustración: se trata de un pesimismo paralizador como el que vemos reflejado en el presente fragmento. 
   
   En cuanto a los aspectos formales del pasaje, destaca el deseo de objetivación de un paisaje interior: los recursos habituales de la función expresiva, como la primera persona gramatical ("Mi actividad"; "me encantaría ser un jornalero"; "envidio"; " he estado tentado"...) o el vocabulario emocional que emplea Werther (indolencia, aburrición, cansancio...) no bastan para pintar su malestar. De este modo. Goethe recurre con frecuencia, como aquí, a anécdotas secundarias y detalles externos con que ilustrar el paisaje sentimental de su protagonista: en el presente fragmento, la fábula del caballo al que hace referencia o la mención a Alberto, tantas veces representado como contraste del propio Werther.
    De este modo, el estilo del pasaje oscila entre dos polos: el subjetivo y estático, propio de la función expresiva (primera persona; sustantivos referidos a emociones), y el objetivo y dinámico (anécdotas y referentes externos, como la referencia a Alberto o al ministro). En la línea de este segundo extremo, en algunos pasajes de este fragmento abundan los verbos (escribirte, solicitar, concederían; pienso, recuerdo, se deja poner...)
    En cuanto al tipo de oraciones, vemos que a pesar del esfuerzo razonador de Werther, sólo encontramos algún rasgo propio de los textos expositivos al final del fragmento (el conector "por otro lado" o la interrogación retórica); en general, lo que predominan son oraciones temporales (más de una vez...; cuando el hombre no se encuentra; hace tiempo que...) con las que el personaje divaga preguntándose qué hacer pero sin hallar respuesta.

    Como se ha visto, el estilo del fragmento no se caracteriza por la vehemencia, por la claridad con que se manifiestan sus rasgos, lo cual concuerda perfectamente con el sentido del texto: Werther aparece dubitativo, falto de decisión y de fuerza; en consonancia, su manera de expresarse resulta débil, sin que aparezcan  las características formales que son propias de otros pasajes: la suavidad de algunas descripciones de Wahlheim o el ímpetu con el que Werther dará rienda suelta a su desesperación. Por el contrario, el lenguaje de este fragmento refleja el estado dubitativo y apático del personaje que, como veíamos en la primera parte de este comentario, se halla sumido en la insensibilidad  y en la desesperanza propias de quien representa a a la perfección el "mal du siècle"

2. A continuación tenemos otro texto para comentar:
  

15 de noviembre 
 
Te agradezco, Guillermo, por el interés que manifiestas y por los buenos consejos que me das; pero te ruego que no te alarmes, que me dejes encarar la crisis. A pesar de mi abatimiento, me siento aún con fuerza para llegar al final. Respeto la religión, lo sabes bien: para el que desmaya, es un apoyo; para quien se siente devorado por la sed, es un bálsamo de vida. ¿Pero puede serlo para nosotros? ¿Para cuántos no lo ha sido y para cuántos no lo será nunca, la conozcan o no? Y a mí, ¿me salvará? ¿No ha dicho el mismo hijo de Dios que sólo estarán con él los que su padre decida? ¿Y si su padre quiere reservarme para sí, como presiente mi corazón?



 
¡Ánimo, que este fragmento es fácil!

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