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lunes, 8 de marzo de 2010

Balzac y la Peau de chagrin

La novela es citada extensamente como un importante ejemplo temprano del Realismo por el cual Balzac llegó a ser famoso. Las descripciones de París son un ejemplo: la novela se llena de localizaciones reales y actuales, incluyendo el Palais Royal y la Cathédrale Notre-Dame. La narración y los caracteres refieren en varias ocasiones al arte y a la cultura, desde la ópera Tancredi de Gioachino Rossini a la estatua de Venus de Milo.


"A primera vista, los almacenes le ofrecieron un cuadro confuso, en el que se amontonaba lo divino y lo humano. Cocodrilos, boas, monos disecados, sonreían a los ventanales de iglesia, parecían querer morder los bustos, correr tras las lacas, trepar a las pendientes arañas. Un jarrón de Sévres, en el que madame Jacotot pintó a Napoleón, se hallaba junto a una esfinge dedicada a Sesostris."

"Tal fue el singular espectáculo que sorprendió el joven en el instante de abrir los ojos, después de haberse mecido en ideas de muerte y entre fantásticas visiones. Si permaneció como aturdido, si se dejó dominar momentáneamente [...] hay que atribuir tal error al velo extendido sobre su vida y sobre su entendimiento por sus meditaciones, a la excitación de sus crispados nervios, al drama violento[...]. La visión tenía efecto en París, en el muelle Voltaire, en pleno siglo décimonono, tiempo y lugar en que la magia debía ser imposible"

"vivamente inspirado por los matices nacarados de mil conchas, exaltado por la vista de algunas madréporas que trascendían al várec, a las algas y a los huracanes atlánticos. Admirando más allá las delicadas miniaturas, los arabescos de azul y de oro que enriquecían algún precioso códice, olvidaba los tumultos del mar. Muellemente balanceado en una idea de paz, se desposaba nuevamente con el estudio y con la ciencia, apetecía la poltrona vida de los monjes, sin pena ni gloria, y se tendía en el fondo de una celda, contemplando por su ventana en ojiva las praderas, el arbolado, los viñedos de su monasterio. Ante algunos Teniers, se endosaba la bordada casaca del funcionario o la mísera blusa del obrero;"



Balzac minó su propia vida para los detalles en las primeras partes de La peau de Chagrin, y modeló probablemente al protagonista Raphael de Valentin en sí mismo. Los detalles contados por Valentin acerca de sus cuartos empobrecidos donde vivía son alusiones autobiográficas a los días más tempranos de Balzac como autor:


"Nada podía ser más feo que esta buhardilla, aguardando a su erudito, con sus paredes sórdidas amarillas y ese olor a pobreza. El material para techos cayó en una cuesta escarpada, y el cielo era visible a través de resquicios en los azulejos. Había sitio para una cama, una mesa, y algunas sillas, y debajo del punto más alto de la azotea mi piano podría pararse."


"Para revelarte las tristezas de mi vida, quizá baste con que te haga el diseño de mi padre: un señor alto y seco, de perfil afilado como la hoja de un cuchillo, tez pálida, parco en el hablar, tacaño como una solterona y meticuloso como un jefe de oficina. Su paternidad planeaba sobre mis diabluras y mis juveniles expansiones, abatiéndose y encerrándolas como bajo losa de plomo. Si pretendía exteriorizarle mi ternura, me recibía como a chiquillo que molesta. Le tenía más miedo que a un antiguo dómine, y jamás pasé, para él, de los ocho años. Aun me parece verle. Embutido en su redingote color marrón, dentro del que se mantenía derecho como una vela, tenía el aspecto de un arencón salado, envuelto en la cubierta rojiza de un folleto. Sin embargo, yo quería a mi padre; en el fondo, era justo. Tal vez no puede aborrecerse la severidad, cuando la justifican el carácter entero, la pureza de costumbres y cierta discreta bondad".


Aunque permiten un grado de adorno, los biógrafos y los críticos concuerdan que Balzac extraía de su propia experiencia la materia prima para sus novelas.


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