- ¿Qué es la Escuela de Traductores?
- Etapas y lenguas empleadas en cada etapa.
- Causas del auge cultural de esta ciudad.
- Cita alguna obra de Alfonso X y algún texto traducido en la Escuela.
2. Une estas fechas con los autores que les corresponden y añade en tu cuaderno una breve descripción de lo que cada uno aporta a la lengua española y a su literatura:
- S. XII; S. XIII; S. XIV: S. XV.
- Arcipreste de Hita. Escuela de Traductores de Toledo. Fernando de Rojas. Berceo. Conde Lucanor. Historiografía.
3. Di ahora qué tienen en común todos ellos y en qué se diferencian de los textos que hemos estudiado recientemente: El Poema de Mío Cid y otros cantares de gesta; el Romancero; la lírica tradicional.
4. ¿Recuerdas estos textos? Di de qué tratan y clasifícalos repartiéndolos en el esquema o tabla que confeccionaste en el ejercicio 2:
A.
De la propiedades que las mujeres chicas an
B.
C.
SANTA MARÍA
Santa María, estrella do día,
Móstranos vía
Pera Deus et nos guía,
Da onsadía que lles fazía
Fazer folía mais,
Que non devería.
Móstranos vía
Pera Deus et nos guía,
Da onsadía que lles fazía
Fazer folía mais,
Que non devería.
Ca veer faze los errados
Que perder foran per pecados
Entender de que mui colpados
Son mais perdidos son perdoados.
Que perder foran per pecados
Entender de que mui colpados
Son mais perdidos son perdoados.
D.
Lo que puede el dinero
E.
Coplas por la muerte de su padre
F.
Ejemplo de lo que aconteció con una mujer a la que decían doña Truhana (pág. 133)
G.
Ejemplo del milagro que hizo Sto. Domingo cuando predicó sobre el usurero. (pág. 131)
H.
Ejemplo del hombre, y de la mujer, y del papagayo, y de su moza. (pág. 128)
I.
cuando dar no te place o cuando no tuvieres,
promete, ofrece mucho, aunque no se lo dieres:
cuando esté confiada hará lo que quisieres.
Sírvela, no te canses, sirviendo el amor crece;
homenaje bien hecho no muere ni perece,
si tarda, no se pierde; el amor no fallece
pues siempre el buen trabajo todas las cosas vence.
Agradécele mucho cuanto ella por ti hiciere,
ensálzalo en más precio de lo que ello valiere,
no te muestres tacaño en lo que te pidiere
ni seas porfiado contra lo que dijere.
Busca muy a menudo a la que bien quisieres,
no tengas de ella miedo cuando tiempo tuvieres;
vergüenza no te embargue si con ella estuvieres:
perezoso no seas cuando la ocasión vieres.
J
Estrofas 428-435
Ni a todas las mujeres tu devoción conviene,
ni debes perseguir a quien no te retiene,
eso es amor baldío, de gran locura viene;
siempre será mezquino quien amor vano tiene.
ni debes perseguir a quien no te retiene,
eso es amor baldío, de gran locura viene;
siempre será mezquino quien amor vano tiene.
Si leyeres a Ovidio, que por mí fue educado,
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.
Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa,
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
Estrofas 444-446
»Si dice que tu dama no tiene miembros grandes
ni los brazos delgados, tú luego le demandes
si tiene pechos chicos; si dice sí, demandes
por su figura toda, y así seguro andes.
ni los brazos delgados, tú luego le demandes
si tiene pechos chicos; si dice sí, demandes
por su figura toda, y así seguro andes.
Si tiene los sobacos un poquillo mojados
y tiene chicas piernas y largos los costados,
ancheta de caderas, pies chicos, arqueados,
¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!
y tiene chicas piernas y largos los costados,
ancheta de caderas, pies chicos, arqueados,
¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!
En la cama muy loca, en la casa muy cuerda;
no olvides tal mujer, sus ventajas recuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda
y para ello hace falta mensajera no lerda.
no olvides tal mujer, sus ventajas recuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda
y para ello hace falta mensajera no lerda.
Hay tres cosas que tengo miedo de descubrir,
son faltas muy ocultas, de indiscreto decir:
de ellas, pocas mujeres pueden con bien salir,
cuando yo las mencione se echarán a reír.
son faltas muy ocultas, de indiscreto decir:
de ellas, pocas mujeres pueden con bien salir,
cuando yo las mencione se echarán a reír.
Guárdate bien no sea vellosa ni barbuda
¡el demonio se lleve la pecosa velluda!
Si tiene mano chica, delgada o voz aguda,
a tal mujer el hombre de buen seso la muda.
¡el demonio se lleve la pecosa velluda!
Si tiene mano chica, delgada o voz aguda,
a tal mujer el hombre de buen seso la muda.
»Le harás una pregunta como última cuestión:
si tiene el genio alegre y ardiente, el corazón;
si no duda, si pide de todo la razón,
si al hombre dice si, merece tu pasión.
si tiene el genio alegre y ardiente, el corazón;
si no duda, si pide de todo la razón,
si al hombre dice si, merece tu pasión.
_______________________________
A ésta has de servir, tal mujer has de amar,
mucho más grata que otras es para cortejar;
si conoces alguna y la quieres lograr
mucho habrás de esforzarte en decir y en obrar.
Dale joyas hermosas cada vez que pudieres; A ésta has de servir, tal mujer has de amar,
mucho más grata que otras es para cortejar;
si conoces alguna y la quieres lograr
mucho habrás de esforzarte en decir y en obrar.
cuando dar no te place o cuando no tuvieres,
promete, ofrece mucho, aunque no se lo dieres:
cuando esté confiada hará lo que quisieres.
Sírvela, no te canses, sirviendo el amor crece;
homenaje bien hecho no muere ni perece,
si tarda, no se pierde; el amor no fallece
pues siempre el buen trabajo todas las cosas vence.
Agradécele mucho cuanto ella por ti hiciere,
ensálzalo en más precio de lo que ello valiere,
no te muestres tacaño en lo que te pidiere
ni seas porfiado contra lo que dijere.
Busca muy a menudo a la que bien quisieres,
no tengas de ella miedo cuando tiempo tuvieres;
vergüenza no te embargue si con ella estuvieres:
perezoso no seas cuando la ocasión vieres.
J
Historia de don Pitas Payas, pintor de Bretaña. (pág. 125)
- En este enlace podrás leer un cuento tradicional que ha tenido una difusión extraordinaria. A continuación conoceremos la versión original (traducida): un relato árabe que ha experimentado... una sutil modificación.
LOS TRES DESEOS
He llegado a saber ¡oh rey afortunado! que cierto hombre de buenas
intenciones se pasó toda su vida en espera de la noche milagrosa que
promete el Libro a los creyentes dotados de fe ardiente, esa noche
llamada Noche de las Posibilidades de la Omnipotencia, en que el hombre
piadoso ve realizarse sus menores deseos. Y he aquí que una noche de las
últimas noches del mes de Ramadán, aquel hombre, después de haber
ayunado estrictamente todo el día, sintiose tocado por las gracias
divinas, y llamó a su esposa y le dijo: "¡Escúchame, mujer! Esta noche
me noto en estado de pureza ante el Eterno, y seguramente va a ser para
mí la Noche de las Posibilidades de la Omnipotencia. Como sin duda van a
ser atendidos por el Retribuidor todos mis ruegos y deseos, te llamo
para consultarte de antemano acerca de las peticiones que debo hacer,
porque estimo bueno tu consejo, y con frecuencia fueron provechosas para
mí tus opiniones. ¡Inspírame, pues, sobre los deseos que he de
formular!" La esposa contestó: "¡Oh hombre! ¿a cuántos deseos tienes
derecho?" El dijo: "¡A tres!" Ella dijo: "¡Ya puedes, entonces, exponer a
Alah el primero de los tres deseos. Bien sabes que la perfección del
hombre y sus delicias residen en su virilidad y que el hombre no puede
ser perfecto siendo casto, eunuco o impotente. Por consiguiente, cuanto
más considerable sea el zib del hombre mayor será su virilidad y tendrá
más probabilidades de encaminarse por la vía de la perfección.
Prostérnate, pues, humildemente ante la faz del Altísimo, y di: "¡Oh
Bienhechor! ¡oh Generoso! haz que engorde mi zib hasta la
magnificencia!" Apenas hubo formulado tal deseo, se sintió atendido con
exceso en aquella hora y aquel instante. Porque al punto vió el santo
hombre que se le inflaba el zib y se le ponía magnífico, hasta el
extremo que se le hubiera tomado por un calabacino descansando entre dos
calabazas gordas. Y era tan considerable el peso de todo aquello, que
obligaba a su propietario a sentarse cuando se le levantaba y a
levantarse cuando se acostaba.
Así es que la esposa se aterró tanto al ver aquello, que hubo de
emprender la fuga cuantas veces la llamó para hacer pruebas el santo
hombre. Y exclamaba: "¿ Cómo quieres que me preste a ninguna prueba con
esa herramienta cuyo solo impulso es capaz de perforar rocas de parte a
parte?” Y el pobre hombre acabó por decirle: "¡Oh muy execrable! ¿qué
debo hacer con esto ahora? Tú tienes la culpa ¡oh maldita!" Ella
contestó: "¡El nombre de Alah sobre mí y alrededor de mí! Reza por el
Profeta, ¡oh anciano de ojos vacíos! ¡Pues por Alah!, que no tengo
necesidad de todo eso, ni tampoco te dije que pidieras tanto! ¡Ruega,
pues, al cielo que te lo disminuya! ¡Ese ha de ser tu segundo deseo!"
El santo hombre alzó entonces los ojos al cielo, y dijo: "¡Oh Alah! te suplico que me libres de esta embarazosa mercancía y me evites la molestia que me proporciona!" Y al punto se quedó liso el vientre de aquel hombre, sin más señal de zib y de compañones que si fuera un joven impúber. Pero no le satisfizo aquella desaparición completa, ni tampoco a su esposa, que empezó a dirigirle invectivas y a reprocharle que la hubiera privado para siempre de lo que la correspondía. Así es que llegó al extremo la pena del santo hombre, y dijo a su esposa: “¡Tú tienes la culpa de todo esto, obra de tus consejos insensatos! ¡Oh mujer falta de juicio! Yo tenía derecho a formular tres deseos ante Alah, y podía escoger a mi sabor lo que mejor me pareciera de los bienes de este mundo y del otro. Y he aquí que ya me fueron concedidos dos de mis deseos y estamos como si no hubiera pasado nada. ¡Y me encuentro peor que antes! ¡Pero como todavía tengo derecho a formular mi tercer deseo, voy a pedir a mi Señor que me reintegre lo que yo poseía en un principio!"
El santo hombre alzó entonces los ojos al cielo, y dijo: "¡Oh Alah! te suplico que me libres de esta embarazosa mercancía y me evites la molestia que me proporciona!" Y al punto se quedó liso el vientre de aquel hombre, sin más señal de zib y de compañones que si fuera un joven impúber. Pero no le satisfizo aquella desaparición completa, ni tampoco a su esposa, que empezó a dirigirle invectivas y a reprocharle que la hubiera privado para siempre de lo que la correspondía. Así es que llegó al extremo la pena del santo hombre, y dijo a su esposa: “¡Tú tienes la culpa de todo esto, obra de tus consejos insensatos! ¡Oh mujer falta de juicio! Yo tenía derecho a formular tres deseos ante Alah, y podía escoger a mi sabor lo que mejor me pareciera de los bienes de este mundo y del otro. Y he aquí que ya me fueron concedidos dos de mis deseos y estamos como si no hubiera pasado nada. ¡Y me encuentro peor que antes! ¡Pero como todavía tengo derecho a formular mi tercer deseo, voy a pedir a mi Señor que me reintegre lo que yo poseía en un principio!"
Y se lo rogó a su Señor, que atendió su deseo. ¡Y se quedó él con lo que antes poseía!
5. Por último, hagamos una recapitulación contestando, con los contenidos de las páginas 119-123 y 126-130 del libro, a estas preguntas:
- Define Mester de clerecía
- ¿Cómo se distinguen los textos de clerecía de los de juglaría?
- ¿En qué se parecen?
- Diferencias entre los Milagros de Nuestra Señora (Gonzalo de Berceo, siglo XIII) y el Libro de Buen Amor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, siglo XIV)
- Contenido y estructura del LBA
- Intencionalidad del LBA
- ¿Qué otro autor del siglo de Juan Ruiz es importante destacar? ¿Qué escribe?
- Cita las que, a tu juicio, son las dos aportaciones más importantes de Alfonso X el Sabio a la lengua y la literatura españolas.
- ¿En qué se parecen Calila e Dimna, el Sendebar y el Libro de Buen Amor? ¿En qué se diferencian?
- Explica la estructura de El conde Lucanor.
Tras leer la estructura del Libro de Buen Amor, ve el comienzo de esta representación de la historia de don Melón y doña Endrina (hasta el minuto 1:30 al menos:
A continuación, el protagonista de esta historia del arcipreste sufre mal de amores y se desespera. He aquí algunos fragmentos:
Mal de Amores
Estrofas 588-607
Estoy herido y llagado, por un dardo estoy perdido,
en mi corazón lo traigo, encerrado y escondido;
quisiera ocultar mi daño, pero moriré si olvido,
ni aun me atrevo a decir quién es la que me ha herido.
»La llaga no me permite a mí ni mirar ni ver
y temo muchos peligros más de los que haya de haber;
temo que daños muy grandes me podrán acaecer,
médicos y medicinas no me pueden socorrer.
Ella es la que me ha herido con saeta envenenada
que me parte el corazón, en él la traigo clavada
y mi fuerza voy perdiendo, pronto quedará agotada;
la llaga más va creciendo, el dolor no mengua nada.
Atrevíme con locura y con amor ahincado:
lo confesé muchas veces y quedé muy desdeñado.
No le satisface nada, muerto me tiene ¡cuitado!,
si no fuese mi vecina, no estaría tan penado
He perdido ya el color y mis sesos desfallecen,
no tengo fuerzas, mis ojos hundidos desaparecer;
si vos no me socorréis, mis miembros ya desfallecen.
Respondióme doña Venus: — «Quienes saben amar, vencen.
Decide entonces don Melón buscar ayuda:
Busqué trotaconventos, cual me mandó el Amor,
de entre las más ladinas escogí la mejor.
¡Dios y la mi ventura guiaron mi labor!
Acerté con la tienda del sabio vendedor.
Pude dar con la vieja que había menester,
astuta y muy experta y de mucho saber;
ni Venus por Pánfilo más cosas pudo hacer
de las que hizo esta vieja para me complacer.
Puedes volver a ver el vídeo por el minuto 6:10:
En el minuto 10:15 la Trotaconventos aborda a doña Endrina.
Finalmente, allá por el 20:20, encontramos el desenlace.
Por último, llegan los consejos moralizadores:
Mujeres, las orejas poned a la lección,
entended bien el cuento, guardaos del varón;
cuidad no os acontezca como con el león
al asno sin orejas y sin su corazón.
[..] (Aquí se inserta esa fábula)
Así, señoras mías, entended el romance;
de amor loco guardaos, que no os coja ni alcance.
Abrid vuestras orejas, el corazón se lance
al amor de Dios, limpio, loco amor no lo trance.
La que, por desventura, es o ha sido engañada,
evite otra ocasión de caer en celada;
de corazón y orejas no quiera ser privada,
en ajena cabeza resulte escarmentada.
De las muchas burladas aviso y seso tome,
no quiera el amor falso, loca risa no asome.
Al asno confiado, el lobo, al fin, lo come;
(no me maldiga alguno; esto no se le encone).
De la charla peligrosa huya la niña hechicera,
pues de un granito de agraz resulta una gran dentera,
de una nuez muy chica nace gran árbol de gran noguera;
muchas espigas produce un grano de sementera.
Por todo el pueblo circulan sobre ella los decires,
muchos, después, la difaman con escarnios y reíres;
mujer, si te digo esto no te enojes ni te aíres,
mis cuentos y mis hazañas ruégote que bien los mires.
Aplícate bien la historia de la hija del endrino;
la conté por darte ejemplo, y no porque a mí avino.
Guárdate de vieja falsa, de bromas con mal vecino;
no estés con un nombre a solas ni te acerques al espino.
6. Comenta el texto anterior, prestando especial atención a los rasgos estilísticos.
ESTILO del LBA:
Su libro refleja una cultura propia de los clérigos, usa un lenguaje
rico, creativo, de variados registros (desde el popular y coloquial
hasta el de la oratoria eclesiástica), de extenso léxico, que incluye
términos en árabe andalusí de su época.
Gusta de acumular sinónimos parciales y de ampliar los conceptos, recursos que se relacionan con las técnicas del sermón.
La verbosidad de Juan Ruiz se
manifiesta en los siguientes rasgos: Gusto por las enumeraciones para
dar colorido y variedad, la acumulación de sinónimos,
el humorismo que se traduce en el empleo de juegos de palabras, diminutivos,
refranes y fórmulas de tipo coloquial, que dan
un sabor popular al relato. Además, Juan Ruiz sabe combinar
la cuaderna vía
con diversos metros populares de arte menor.
Ahora estás en condiciones de elaborar un comentario. Lee el texto que encontrarás a continuación e identifícalo dentro de la historia de la literatura española, justificando tu respuesta. Debes citar rasgos formales y de contenido para adscribir el texto a una corriente y una época determinados.
X
Lo que ocurrió a un hombre que por pobreza y falta de otro alimento comía altramuces
Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio de este modo:
-Patronio, bien sé que Dios me ha dado tantos bienes y mercedes que yo no puedo agradecérselos como debiera, y sé también que mis propiedades son ricas y extensas; pero a veces me siento tan acosado por la pobreza que me da igual la muerte que la vida. Os pido que me deis algún consejo para evitar esta congoja.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que encontréis consuelo cuando eso os ocurra, os convendría saber lo que les ocurrió a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le pidió que le contase lo que les había sucedido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, uno de estos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no tenía absolutamente nada que comer. Después de mucho esforzarse para encontrar algo con que alimentarse, no halló sino una escudilla llena de altramuces. Al acordarse de cuán rico había sido y verse ahora hambriento, con una escudilla de altramuces como única comida, pues sabéis que son tan amargos y tienen tan mal sabor, se puso a llorar amargamente; pero, como tenía mucha hambre, empezó a comérselos y, mientras los comía, seguía llorando y las pieles las echaba tras de sí. Estando él con este pesar y con esta pena, notó que a sus espaldas caminaba otro hombre y, al volver la cabeza, vio que el hombre que le seguía estaba comiendo las pieles de los altramuces que él había tirado al suelo. Se trataba del otro hombre de quien os dije que también había sido rico.
»Cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó al otro por qué se comía las pieles que él tiraba. El segundo le contestó que había sido más rico que él, pero ahora era tanta su pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho si encontraba, al menos, pieles de altramuces con que alimentarse. Al oír esto, el que comía los altramuces se tuvo por consolado, pues comprendió que había otros más pobres que él, teniendo menos motivos para desesperarse. Con este consuelo, luchó por salir de su pobreza y, ayudado por Dios, salió de ella y otra vez volvió a ser rico.
»Y vos, señor Conde Lucanor, debéis saber que, aunque Dios ha hecho el mundo según su voluntad y ha querido que todo esté bien, no ha permitido que nadie lo posea todo. Mas, pues en tantas cosas Dios os ha sido propicio y os ha dado bienes y honra, si alguna vez os falta dinero o estáis en apuros, no os pongáis triste ni os desaniméis, sino pensad que otros más ricos y de mayor dignidad que vos estarán tan apurados que se sentirían felices si pudiesen ayudar a sus vasallos, aunque fuera menos de lo que vos lo hacéis con los vuestros.
Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, con su esfuerzo y con la ayuda de Dios, salió de aquella penuria en la que se encontraba.
Y viendo don Juan que el cuento era muy bueno, lo mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así:
Por padecer pobreza nunca os desaniméis, | |||
porque otros más pobres un día encontraréis. |
7. Finalmente, propongo una actividad de realización voluntaria para subir nota: consiste en la elaboración de un comentario de texto siguiendo las pautas que aparecen en las páginas 136-137 del libro. Como modelo, podéis consultar el comentario resuelto en las páginas anteriores.
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