- Kirsten Stolle. — "VI-2", de la serie "Virus Illumination", 2013
¿Será un pangolín? ¿Un murciélago? ¿O incluso una serpiente, como
oímos decir antes de que se desmintiera? Está por ver quién será el
primero en conseguir incriminar al animal salvaje que ha dado origen a
este coronavirus, oficialmente llamado Covid-19, que ha dejado a cientos
de millones de personas en cuarenten[...]. Si bien es primordial dilucidar
este misterio, este tipo de especulaciones nos impiden ver que
nuestra
creciente vulnerabilidad frente a las pandemias tiene una causa más
profunda: la destrucción acelerada de los hábitats.
Desde 1940, han aparecido o reaparecido centenares de microbios
patógenos en regiones en las que, en algunos casos, nunca antes habían
sido advertidos. Es el
caso del VIH, del ébola
en el oeste de África
o del zika en el continente americano.
La mayoría
de ellos (60%) son de origen animal. Algunos provienen de animales
domésticos o de ganado, pero principalmente (más de dos terceras partes)
proceden de animales salvajes.
Pero estos últimos no tienen la culpa. [...] En realidad, la mayor
parte de sus microbios conviven con ellos sin hacerles ningún daño.
El
problema está en otra parte: en la deforestación, la urbanización y la
industrialización desenfrenadas con las que hemos dotado a esos
microbios de medios para llegar hasta el cuerpo humano y adaptarse.
La
destrucción de los hábitats supone una amenaza de extinción para muchas especies
(2) [...] Las que sobreviven no tienen
más elección que dirigirse a los reductos [que el humano] les deja libres. Como resultado,
crece la
probabilidad de contacto [...] con los humanos, permitiendo
así a los microbios huésped pasar a nuestros cuerpos, donde pasan de
ser benignos a convertirse en [...] letales.
[Deforestaciones y murciélagos que se buscan la vida]
El
ébola es un buen ejemplo de esto. Un estudio llevado a cabo en
2017 desveló que era más frecuente [...] en zonas de
África Central y Occidental que han sufrido deforestaciones
recientemente. Cuando talamos los bosques, obligamos a los murciélagos a
posarse en los árboles de nuestros jardines y nuestras granjas. Es
fácil imaginar qué es lo que ocurre a continuación: un humano ingiere
saliva de murciélago al morder una fruta cubierta de microbios; o bien,
al intentar cazar y matar a este visitante inoportuno se expone a los
microbios que han encontrado refugio en sus tejidos. Así es como
multitud de virus portados por los murciélagos, inofensivos para ellos,
consiguen penetrar en la población humana –podemos citar el ébola como
ejemplo, pero también es el caso del
virus de nipah (presente
principalmente en Malasia y Bangladesh) o del
marburgvirus (sobre todo
en África Oriental). Este fenómeno se denomina “salto de virus entre
especies”. Aunque sea infrecuente, puede hacer que virus procedentes de
animales se adapten a nuestros organismos y evolucionen hasta
convertirse en patógenos.
[Deforestación y proliferación de mosquitos]
Ocurre lo mismo con las enfermedades transmitidas por mosquitos, ya
que se ha establecido que existe una
relación entre el advenimiento de
epidemias y la deforestación (3) [...] . Junto con los árboles, desaparecen la capa de hojas
muertas y las raíces. El agua y los sedimentos fluyen más fácilmente
sobre estos suelos despojados y ahora bañados por el sol,
formando así
charcos que favorecen la reproducción de los mosquitos portadores del
paludismo. [Los] mosquitos [con] patógenos humanos son dos veces más
numerosas en las zonas deforestadas que en los bosques que han
permanecido intactos.
[Los pájaros que sobreviven transmiten el virus]
Asimismo, la destrucción de los hábitats contribuye
también a la
modificación del número de efectivos de diversas especies, lo que podría
incrementar el riesgo de propagación de un agente patógeno. Por
ejemplo: el
virus del Nilo Occidental, transportado por aves
migratorias. En América del Norte, las poblaciones de pájaros han caído
más de un 25% en los últimos cincuenta años bajo los efectos de la
pérdida de los hábitats y de otros tipos de destrucción
(4).
Pero no todas las especies se ven afectadas de la misma manera. Los
pájaros llamados especialistas (de un hábitat), como los carpinteros y
los rálidos, se han visto mucho más afectados que los generalistas como
los petirrojos y los cuervos. Mientras que los del primer grupo son
pésimos vectores del virus del Nilo Occidental, los del segundo son
excelentes. De ahí la fuerte presencia del virus entre los pájaros
domésticos de la región, y la creciente probabilidad de ser testigos de
que un mosquito pique a un humano tras haber picado a un pájaro
infectado
(5).
[Si hay más garrapatas, hay más enfermedades]
En el caso de enfermedades transmitidas por garrapatas, se trata del
mismo fenómeno. Al ir poco a poco mordisqueando los bosques del Noreste
americano,
el desarrollo urbano expulsa a animales como las zarigüeyas,
que ayudan a mantener a raya la población de garrapatas, mientras que
deja que prosperen otras especies bastante menos eficaces en ese
aspecto, como el ratón de patas blancas o el ciervo. Resultado:
las
enfermedades transmitidas por garrapatas se propagan con mayor
facilidad. Entre ellas, la enfermedad de Lyme, que apareció por primera
vez en Estados Unidos en 1975. En los últimos veinte años, se han
identificado
siete nuevos agentes patógenos portados por garrapatas
(6).
[Compra carne, que a los microbios les encantará]
El riesgo de que surjan enfermedades no se ve acentuado solo por la
pérdida de los hábitats sino también por cómo los remplazamos.
Para
saciar su apetito carnívoro, el hombre ha arrasado una superficie
equivalente a la del continente africano (7)
para alimentar y criar ganado. Parte de este ganado se destina al
comercio ilegal [...] en
mercados de animales vivos (
wet markets).
Aquí, especies que en su entorno natural nunca se habrían cruzado
aparecen
enjauladas unas al lado de otras y los microbios pueden
circular con alegría. Este tipo de desarrollo, que ya dio lugar en
2002-2003 al coronavirus responsable de la epidemia del síndrome
respiratorio agudo grave (
SARS, por sus siglas en inglés) podría ser el origen del coronavirus desconocido que nos asedia ahora.
Pero hay muchos más animales que crecen en nuestro sistema de
ganadería industrial. Cientos de miles de
animales amontonados unos
encima de otros mientras esperan a ser llevados al matadero: estas son
las condiciones idóneas para que los microbios se conviertan en agentes
patógenos letales. Por ejemplo, los virus de la
gripe aviar, portados
por aves acuáticas, asolan las granjas llenas de gallinas en cautiverio
donde mutan y se vuelven más virulentos [...] El
H5N1 es transmisible a los humanos y mata a más de la mitad de los
individuos infectados.[...]
[Los excrementos que nos tomamos por consumir carne]
Las
montañas de heces producidas por la ganadería ofrecen a los
microbios de origen animal otras oportunidades para infectar a la
población. Dado que hay infinitamente más desechos que los que las
tierras agrícolas pueden absorber en forma de abono, a menudo acaban por
almacenarse en fosas no estancas –un remanso de ensueño para la
bacteria Escherichia coli–. Aunque más de la mitad de los
animales encerrados en los corrales de engorde estadounidenses son
portadores, allí esta sigue siendo inofensiva
(9). Sin embargo, en los humanos, la
E. coli
provoca colitis hemorrágica, fiebre y puede llegar a causar
insuficiencia renal aguda. Y como es bastante común que los
excrementos
de origen animal se viertan en nuestra agua potable y nuestros
alimentos, cada año se infectan 90.000 estadounidenses.
[Sarampión, tuberculosis, tosferina, gripe, cólera, VIH...: todo por arrasar]
[Desde que] el ser humano empezó a arrasar hábitats
naturales [...] los animales nos han hecho
algún que otro regalo envenenado:
a las vacas les debemos el sarampión y
la tuberculosis, a los cerdos, la tosferina y a los patos, la gripe.
El proceso siguió durante la expansión colonial europea.
En el Congo,
las
vías de tren y las ciudades que construyeron los colonos belgas
permitieron que un
lentivirus portado por los macacos de la región
perfeccionara su adaptación al cuerpo humano. En Bengala,
los británicos
se arrogaron el inmenso humedal de Sundarbans para usarlo como arrozal,
exponiendo así a los habitantes a
bacterias acuáticas presentes en las
aguas salobres. Las pandemias provocadas por esas intrusiones coloniales
siguen de actualidad.
El lentivirus del macaco se convirtió en el VIH. La bacteria acuática de
Sundarbans, conocida hoy como
cólera, ha provocado ya siete pandemias, la más reciente en Haití.
[Protegiendo los hábitats, nos protegemos]
Afortunadamente, puesto que no hemos sido meras víctimas pasivas de
este proceso, podemos también hacer mucho por reducir el riesgo de
emergencia de estos microbios.
Podemos proteger los hábitats naturales
para conseguir que los animales conserven sus microbios en vez de
transmitírnoslos, objetivo este del movimiento One Health
(10).
Podemos poner [...] vigilancia en[...] los microbios[...] antes de que desencadenen
epidemias. Precisamente en esto se centran, desde hace diez años, los
esfuerzos de los investigadores d
el programa Predict, financiado por la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (
USAID).
Ya han
identificado más de novecientos nuevos virus relacionados con la
expansión de la huella del hombre sobre el planeta, y entre ellos hay
cepas desconocidas hasta ahora de coronavirus similares a la del
SARS (11).
[Gracias, Trump]
[...] En Estados Unidos, la Administración de
Trump se ha esforzado
en desregular las industrias extractivas y el conjunto de
actividades
industriales, favoreciendo así el salto de microbios de animales a
humanos. A su vez, el Gobierno estadounidense compromete la posibilidad
de localizar al próximo microbio antes de que se propague:
en octubre de
2019, decidió poner fin al programa Predict. Además, a principios de
febrero de 2020 anunció que tenía la intención de
reducir un 53% su
aportación al presupuesto de la Organización Mundial de la Salud.
[Conclusión: ¿qué queremos hacer?]
Como declaró el epidemiólogo Larry Brilliant,
“la emergencia de virus
es inevitable, pero no las epidemias”. En cualquier caso,
no lograremos
evitarlas si no ponemos la misma determinación a la hora de cambiar de
políticas que la que pusimos en alterar la naturaleza y la vida animal.
Tras leer este artículo, simplemente anota en tu cuaderno cuatro formas en las que se podría evitar que surgieran epidemias.