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lunes, 20 de mayo de 2013

Texto para comentario

Dickie:
Bueno, quedé bastante sorprendida. Me pregunto qué te pasaría en Roma, en Nápoles o donde fuese. Tom estuvo muy misterioso y lo único que me dijo fue que pasaría una temporada contigo. No me  creeré lo de que se vuelve a América hasta que lo vea. A riesgo de meter la pata, chico, te diré que no me gusta ese tipo. Desde mi punto de vista, o el de cualquier otra persona, te está utilizando en provecho propio. Si es verdad que necesitas un cambio de ambiente, ¿por qué no te alejas de él? De  acuerdo, puede que no sea un invertido, pero es un don nadie, lo cual es peor. No es lo bastante normal para hacer vida sexual de la clase que sea, ¿me entiendes? De todos modos, no es Tom quien me interesa, sino tú. Sí, soy capaz de soportar unas cuantas semanas sin verte, cariño, e incluso pasar sola las Navidades, aunque prefiero no pensar en eso.
Prefiero no pensar en ti y, como tú dices, dejar que los sentimientos hablen o se queden callados. Pero  resulta imposible no pensar en ti aquí, porque cada centímetro del pueblo, en lo que a mí respecta, está  embrujado por tu presencia, y en esta casa, en todos los sitios donde pongo los pies, hay algún  rastro de ti, el seto que plantamos juntos, la valla que empezamos a reparar sin llegar a terminarla, los libros que me prestaste y que nunca te devolví. Y tu silla ante la mesa, eso es lo peor.

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