Los
fatigados miembros de una caravana llegaron por fin a un oasis y
se dispusieron a descansar. A los diez minutos, y en medio del
silencio, oyeron una voz que lastimosamente decía:
-
¡Qué sed tengo! ¡Qué sed tengo!
El
jefe de la caravana a mandó a un hombre a ver qué ocurría. A su
regreso dijo:
-
Es sólo un viajero que también trata de descansar pero no puede
por la sed.
-Dadle
agua -ordenó el jefe-, así podremos descansar todos.
Pasados
otros diez minutos, y de nuevo en medio del silencio de la noche
se escuchó la misma voz quejumbrosa:
- ¡Qué sed tenía!
¡Qué sed tenía!II
Un
hombre fue al mercado a comprar quince litros de aceite. Eligió
uno de buena calidad y pagó al aceitero.Este empezó a echar
medidas de aceite en el cántaro del comprador.
- Este litro de aceite que
queda es tuyo, ya que los has pagado. Dime qué hago, pues tu
cántaro está ta lleno- dijo el aceitero.
Reflexionando
un momento, aquel hombre ruin tuvo una gran idea: se le ocurrió
vaciar su cántaro para que el comerciante vertiese la parte que
le faltaba.
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