EL TESTAMENTO
Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento sin signos de puntuación: «Dejo
mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se
pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo
lo dicho es mi deseo».
El juez encargado de resolver el testamento reunió a los posibles
herederos, es decir, al
sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les entregó
una copia del confuso
testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema. Al día
siguiente cada heredero aportó al juez una copia del testamento con
signos de puntuación.
Juan, el sobrino: «Dejo mis bienes a mi
sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta
al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es
mi deseo».
Luis, el hermano: «¿Dejo mis bienes a mi
sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la
cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo
dicho es mi deseo».
El sastre: «¿Dejo mis bienes a mi sobrino
Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al
sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi
deseo».
Los jesuitas: «¿Dejo mis bienes a mi
sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la
cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo
dicho es mi deseo».
El juez todavía pudo añadir otra interpretación:
«¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión: «... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto».
1. El texto que leerás a continuación presenta un problema igual que el anterior. Coloca tú los signos de puntuación como lo haría cada una de las tres hermanas:
TRES BELLAS, ¡QUÉ BELLAS SON!
(Citado por Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades
literarias y malabarismos de la lengua". Editorial Nascimiento. Santiago
de Chile, 1955)
Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad
3. Realiza el ejercicio que lleva el enunciado Marca SÍ o NO según .el sintagma coloreado sea o no SUJETO de cada frase
en esta página.
4. Recuerda los tipos de adverbios.
5. Ejercicios de tipos de sintagmas.
Comprueba aquí el resultado del ej. 1
6. ¿Recuerdas la novela La metamorfosis, cuyo inicio leímos hace poco en clase? Aquí tienes las primeras oraciones del texto, para analizarlas. Tendrás que:
- Identificar las oraciones que son simples y las que son compuestas, eliminando las subordinadas en este último caso.
- Separar sujeto y predicado.
- Señalar todos los adverbios y complementos circunstanciales y decir de qué tipo son.
- Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo.
- Se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
- Estaba tumbado sobre su espalda dura en forma de caparazón.
- Al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado y parduzco.
- Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
- Su habitación, una auténtica habitación humana, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas.
- Por encima de la mesa estaba colgado aquel cuadro que hacía poco había recortado de una revista.
- La mirada de Gregorio se dirigió después hacia la ventana.
- El tiempo lluvioso lo ponía muy melancólico.
- «¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?»
- Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a balancear sobre la espalda.
- Cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban.
- Sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor leve y sordo.
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