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jueves, 27 de marzo de 2014

Dos elegías y una nana (con un ramito de esperanza)

Lee el poema que Miguel Hernández dedica a su hijo desde la cárcel: las nanas de la cebolla




Y, cuando su viejo amigo Ramón murió, le dedicó este estremecedor texto.



También a Lorca lo mataron. Y también él se despidió de un gran amigo en sus versos: el llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías.

Para terminar, después de tanto llanto, nos recuperaremos con un rayito de esperanza: el poema A un olmo seco

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